El pez de madera. Obra en proceso de Juan Sánchez Sotelo.: Dos metros bajo tierra

Siempre que veía a Claire en la serie tenía la sensación de que su verdadera cara aparecía y desaparecía en medio de un sin fin de gesticulaciones que iban y venían.

En un mismo plano su rostro se movía constantemente como alguien que pierde y recupera el equilibrio una y otra vez. Era como ver su reflejo en una agua continuamente movida por el viento.

Si ahora intento imaginarmela, su cara se disuelve en una timidez sonrojante y luego vuelve y entonces se vuelve iracunda y vuelve y aparece angustiosamente inocente y aparece otra vez y se transforma en una pose irónica y vuelve y se desparece otra vez en una cara bobalicona completamente fumada.

Su verdadera cara aparecía durante milésimas de segundo y desaparecía y yo me sentía como si estuviera intentando enfocar lo que estaba viendo, como si no la pudiera distinguir en medio de la muchedumbre incapaz de precisar los límites de aquella confusión.

Hace tiempo escribí que la poesía encierra más lucidez que resignación. Por milésimas de segundo la cara de Claire mostraba la belleza serena de quien comprende, su verdadera cara. Una funeraria es un sitio perfecto para ver la verdad... otra cosa es aceptarla. Era como quien saca la cabeza del agua el tiempo suficiente para coger aire y no ahogarse.

Llego un momento en la serie en que no dejaba de pensar que Claire se tenía que ir, merito de los guionistas, irse de casa.

Adolescente es aquel que adolece. La libertad son las alas que conquistamos pero ¿quién sabe que elecciones son las correctas? ¿quién sabe lo que le falta?

Sin embargo en el final de la serie en ese paso rápido de la vida de los personajes, ya no vi su verdadera cara.

La última vez que vi a Claire conducía su coche funerario pintado de verde.

La he estado buscando, abajo esta mi trabajo, pero ella esta más allá de cuadros. Claire es una metáfora, nuca esta en lo literal y si tratando de verla enfocas, desaparece.